25 Mar
La educación en la cultura de masas

Cuenta la Historia que anteriormente solo unos cuantos tenían acceso a una educación superior, y que solo ellos pasaban a formar parte de la clase dirigente. Siglos convulsos propiciaron una serie de cambios sociales, necesarios para una reforma educativa con miras a insertar a la gran masa de la población en el ámbito cultural. El problema surge cuando son los de arriba los que dictaminan cuál es el tipo de educación que se debe imponer a la masa, dándole la espalda a la diversidad cultural para obtener de ello beneficios económicos.

Un caso concreto: las escuelas de arte moderno. Umberto Eco puso en el tapete la discusión entre los apocalípticos, quienes critican la industrialización del arte por estar guiada por los intereses comerciales de los de arriba, y los integrados, quienes apoyan la producción en masa del arte porque este debe ser democráticamente accesible para todos. No olvidemos que el arte va indefectiblemente ligado a la cultura. Lo cierto es que, de acuerdo con el concepto de “sociedad líquida” planteado por el filósofo polaco Zygmunt Bauman, la globalización ha homogeneizado las sociedades, eliminando la variedad cultural, en donde tanto la producción estética como la formación de artistas deben estar dentro de los parámetros que demandan los dueños de la industria. Y así debe ser para dar cabida a nuevas formas de consumo para las masas, pero que en el fondo es más de lo mismo, obligando a las escuelas de arte moderno y al arte mismo en una constante “actualización”.

Si llevamos esta lógica consumista al caso de la educación, nos topamos con que el ritmo acelerado del mercado demanda carreras cada vez más cortas con el fin de contar rápidamente con profesionales que produzcan para las masas. Esta demanda por personal joven experto en el manejo de nuevas tecnología casi nunca contempla los mecanismos éticos, morales y filosóficos que regulan la producción y consumo. Por el contrario, alienta el consumismo masivo, por lo que los jóvenes se ven tentados en estudiar estas carreras cortas porque necesitan participar lo antes posible del festín consumista, como la “sociedad líquida” manda. Puesto que la mayoría de estas carreras preparan profesionales que perfeccionan las técnicas de producción y a la vez fomentan el consumo masivo, la lógica se impone: una cultura de masas esta formada por la producción en masa, y esta requiere de un consumo en masa. Podríamos sintetizarlo en la siguiente ecuación: 

producción en masa + consumo en masa = cultura de masas.

Vivimos una especie de industrialización de la educación en donde entran en juego las reglas del mercado.Tanto es así, que en la actualidad los padres ven a los docentes como un servicio que se adquiere según la economía de sus bolsillos, y los docentes ven a sus alumnos como clientes. Son los alumnos los que tienen el poder de exigir un profesor que sea de su agrado, sin importar las materias que deban aprobar porque nunca más las volverán a tocar en sus vidas.

Bajo la justificación de la democratización de la educación, hemos visto surgir en el Perú un boom de universidades privadas, muchas de un pésimo nivel cultural, hechas para todos los gustos con la promesa de encontrar trabajo para los egresados. El resultado es un gran número de profesionales de lo mismo, muchas veces obligados a realizar trabajos muy dispares con su preparación. Solo unos pocos profesionales ocupan grandes puestos y, sin embargo, la mayoría de ellos posee una vergonzosa escasez de cultura general. Todo esto es consecuencia de una visión empresarial de la educación como fuente de ingresos al mejor postor.

Una crítica objetiva no necesariamente tiene que ser apocalíptica para abordar el tema de la educación para las masas. Ahí donde la demanda por carreras técnicas breves es el motor que impulsa la ecuación producción-consumo, se hace presente las Humanidades como contrapeso vital ante el apetito mercantil; para decirnos que no todo es producto desechable; que solo la libertad del pensamiento puede conducir un desarrollo económico y una cultura sustentadas en el conocimiento; para advertirnos que estar únicamente pendientes de las tendencias de moda nos impide tener consciencia histórica de los acontecimientos que dieron forma a la sociedad. Finalmente, para ampliar nuestros horizontes ante el cerco homogeneizador de la globalización.



           


Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO